Antes que demonizar, es necesario aumentar el debate. Y preservar el equilibrio entre la libertad de expresión e información y la excesiva curiosidad pública.
Cuidado, amantes desprevenidos. ¡Atentos, infractores de cualquier norma! Un auto de Google anda cerca y puede dejarlos expuestos ante todo el mundo.
A la salida del hotel alojamiento o de la iglesia. En la esquina menos pensada, miles de escenas privadas son susceptibles de ser retratadas en el espacio público.
Del otro lado de la pantalla, vecinos indiscretos husmean en nuestro jardín, se fijan en nuestras reposeras o en las bicicletas recién compradas.
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