Está a treinta centímetros de distancia, tomando un té. Luisana Lopilato irradia exuberancia y belleza en partes abundantes y proporcionales, las que sumadas a su calidez y sencillez, la erigen en una belleza de colección, casi irrepetible.
¿Es una maldición ser hermosa? Al menos algo de eso se parece percibir en la obsesión de Luisana Lopilato por demostrar que está lejos del estereotipo de la “rubia tonta”. Casada con una estrella global –el cantante Michael Bublé– y con un estilo de vida hollywoodense, la chica igual se rebela ante la mirada de los otros. “Quiero que me den una oportunidad”, proclama.
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