La capacidad kirchnerista para disfrazar la realidad y mostrarla según su conveniencia convirtió a septiembre en el mes de los buitres y a octubre en el de los miedos.
Antes de llamarse a silencio –al menos en público– por la faringitis que la afecta, la presidenta Cristina Fernández protagonizó el jueves pasado, frente a las cámaras y por cadena nacional, un “sincericidio” que desnuda su egolatría pero también su objetivo político. “Si yo no hubiese ganado las elecciones de 2007 y 2011, esto no sería posible”, sostuvo, refiriéndose al primer satélite argentino de telecomunicaciones Arsat-1, que fue transportado de manera exitosa al espacio.
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