El margen de maniobra del pequeño Kicillof es breve: sin flujos de inversión externa, sin suficientes exportaciones y con una creciente demanda de dólares entre los pocos ahorristas que acceden a la divisa, el panorama es sombrío.
Sólo una persona le queda de fusible a Cristina Fernández: su ministro de Economía, ahora al frente de todas las decisiones relevantes, en un país cuya industria hace más de un año se contrae y ya en franca recesión.
El margen de maniobra del pequeño Kicillof es breve: sin flujos de inversión externa, sin suficientes exportaciones y con una creciente demanda de dólares entre los pocos ahorristas que acceden a la divisa, el panorama es sombrío.
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