Las manifestaciones prodemocráticas en Hong Kong representan el mayor reto para Beijing desde Tiananmen.
Escudados tras frágiles paraguas y firmes reclamos de mayor autonomía, los manifestantes de Hong Kong resistieron el domingo pasado el gas lacrimógeno de la policía. Pero esa represión no hizo más que aumentar el deseo de insurrección, y mientras crecía la cifra de asistentes a las marchas, aumentaba la preocupación en Beijing. Es que las inéditas protestas en esta excolonia británica que volvió a estar bajo soberanía china en 1997 representan el mayor desafío prodemocrático para el gigante asiático desde Tiananmen, hace 25 años.
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