Tras la expulsión de los árabes de la actual Cataluña, hace casi 10 siglos, muchas regiones alejadas del mar quedaron deshabitadas y sin estructuras de supervivencia.
La nueva evangelización cristiana fue una forma de organizar la economía de las poblaciones bajo el dogma de la fe.
Se decidió entonces erigir unos monasterios que quedarían bajo la orden del Cister, una agrupación monástica de gran influencia por esos tiempos en parte de Francia y el este de España.
Durante siglos, el Montsant fue un lugar especial para el encuentro religioso, con la naturaleza o con uno mismo, y por ello la comarca del Priorat tiene una larga tradición de ermitaños. No están ausentes los placeres terrenales, como gastronomía, enología y fiestas típicas.
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