Es comprensible que la crisis por la deuda atrape el interés de medios y especialistas. Pero a la vez pone en un segundo plano el deterioro de la economía doméstica.
Si se tratara de cuestiones menos trascendentes para el país, habría que reconocer que gracias a esa habilidad para manejar el juego especulativo de la política, el Gobierno nacional ha logrado en los últimos días no sólo retomar la iniciativa, sino también fortalecer su posición de víctima y, a la vez, poner en vilo a la oposición.
Lo consiguió la Presidenta al anunciar el envío al Congreso del proyecto de ley para cambiar la jurisdicción de pago de la deuda externa reestructurada, con el que redobló su negativa a acatar el fallo de la Justicia norteamericana.
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