Debe haber muy pocas cosas que grafiquen de un modo tan brutal y contundente, como estos paros, el fracaso de la ciudad de Córdoba como organización social y política.
Una sensación clara deben sentir los choferes de UTA: para ellos, no hay imposibles ni barreras. Lo que se proponen lo logran.
Por las buenas o a fuerza de paros, el camino siempre les queda expedito para celebrar a costa del sufrimiento de cientos de miles de usuarios.
Los choferes cobran buenos sueldos en comparación con la media de la actividad privada; trabajan siete horas; tienen estabilidad aseguradísima (un privilegio que sólo comparten con los agentes estatales) y también pueden decidir ellos mismos qué patronal desean.
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