Política ¿Qué está transmitiendo el jefe de Gabinete a las audiencias masivas que atrae desde siempre la Casa Rosada? Los insultos del jefe de Gabinete de la Nación contra el fiscal Alberto Nisman, al cumplirse dos meses de su muerte, están lejos de ser el estallido iracundo de un ciudadano enojado. Son, por el contrario, el instrumento de una estrategia denigratoria pensada con frío cálculo político. Aníbal Fernández, el funcionario obligado a dar respuesta desde la autoridad del Estado, no existe. El ruido temerario de sus declaraciones no debe llevar a confusión: el hombre público virtuoso, el político responsable, no está en esas injurias. Permanece furtivo, silencioso y ausente.
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