Opinión Gustavo Di Palma* La democracia moderna está fundada en el consentimiento, lo que hace de la legitimidad un valor incuestionable del sistema. Es ese principio lo que diferencia la relación poder-obediencia de la dominación-sumisión (basada exclusivamente en la relación de fuerzas entre individuos o grupos). Si legalidad es sinónimo de legitimidad, basta simplemente con que una ley se adopte de acuerdo con los procedimientos formales para que adquiera estatus legal.
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