Opinión Tal vez sería una nota más dulce si se tratara de los vigilantes que acompañan a las medialunas o a las palmeritas en un rico y extremadamente calórico desayuno. Pero no. Al ya tradicional calor de diciembre se le ha venido sumando un tipo de calentura diferente que –aunque no hace elevar para nada el mercurio– sin duda alguna potencia de manera no muy grata el malestar social acumulado durante el resto de los meses del año. Marcelo Polakoff* Vigilantes. Custodios. Guardianes. Eso fuimos esa madrugada y su posterior mañana, sabiendo que la tarea en realidad no había comenzado allí ni menos aún allí terminaría.
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