Los padres de Pablo Amaya (15) y los médicos creían que el adolescente no pasaba de la noche del jueves 6 pasado, cuando estalló el depósito químico de la firma Raponi en barrio Alta Córdoba.
Por eso viven como un milagro su recuperación actual. El chico está consciente, se comunica y ya no necesita respirador artificial, aunque los profesionales del Hospital de Urgencias siguen de cerca la evolución de sus heridas en la cabeza y en el pulmón.
Es el chico de 15 años que fue herido por la mampostería que voló con la onda expansiva.
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